05 septiembre 2013

Como aumentar el espectáculo ciclístico en las carreras por etapas

Por Asier Bilbao

¿Alguien se puede imaginar que, buscando una ficticia emoción en los resultados de los partidos de futbol, la FIFA y los organizadores de las distintas competencias decidieran que estos se disputaran sin porterías hasta el minuto 80? ¿O que los jugadores y equipos acordaran que solo intentarán meter goles en los últimos 10 minutos de cada partido? Sin duda sería “muy emocionante” no saber hasta el final quien va a ganar. Pero se formaría un escándalo de dimensiones monumentales a escala internacional, pues no habría aficionado al futbol que aguantara ese aburrimiento de los primeros 80 minutos.
Pues esto es exactamente lo que ocurre en la actualidad en la mayoría de las carreras ciclísticas por etapas. Muchos organizadores de estas carreras programan premeditadamente recorridos rebajados en su dureza, donde es prácticamente imposible sacar grandes diferencias de tiempo entre los corredores; por lo menos hasta las últimas etapas. Todo en aras de una supuesta “emoción” en los primeros puestos de las clasificaciones generales que aumente el interés del público por sus pruebas.
Estos recorridos monótonos no dejan lugar a que haya diferencias en las carreras, haciéndolas previsibles, aburridas y faltas de interés. Lo único que provocan es la indiferencia de los aficionados al ciclismo ocasionales y el desprecio de los aficionados de toda la vida ante la previsibilidad de la resolución de las carreras. No es casualidad que la mayoría de la población, entre ellos muchos aficionados al ciclismo, relacione las carreras ciclistas como sinónimo de aburrimiento y una inmejorable herramienta para dormirse ante la pantalla del TV.
En nuestra opinión lo más importante para presenciar unas pruebas entretenidas y vistosas no es que los ciclistas que disputen las carreras vayan con poco tiempo de diferencia en la clasificación General, como la estúpida moda que se está imponiendo en las vueltas por etapas europeas. Sino que los corredores que pierdan tiempo no arrojen nunca la toalla, mantengan las esperanzas de recuperar ese tiempo y tengan terreno apropiado por delante para intentarlo.

Creemos que es un error buscar la emoción en el resultado final a costa de perjudicar el espectáculo deportivo. En contrapunto al cobarde, previsible y soporífero ciclismo actual del “todos juntos, sin atacarnos hasta cerca de meta” por miedo a perder tiempo, nosotros defendemos y disfrutamos el ciclismo de ataque, defensa, contra-ataques y alternativas constantes durante cada etapa y en la clasificación general.

No estamos inventando nada. Eso es lo que históricamente han sido las vueltas ciclistas por etapas: corredores que atacan y sacan ventaja en los terrenos que les son más favorables y que se defienden en los que son desfavorables a sus características ciclísticas. Provocando así diferentes alternativas, y sobre todo generando incertidumbre sobre los resultados y las clasificaciones tras cada etapa. Esto es lo realmente divertido del ciclismo, lo que mantiene conectada a la afición y aumenta las audiencias de las carreras, tanto en televisión, internet, radio o prensa escrita.

Por fortuna en Colombia los directores y corredores aún utilizan las estrategias de los tiempos de los Hinault, Fignon, LeMond, Roche, Delgado y Herrera. Es decir: gasolina y fuego en cuanto se presente la ocasión. Menos mal que aún no ha llegado a nosotros el miedo de los actuales directores y ciclistas del UCI World-Tour a perderlo todo por intentar ganar a lo grande. Aquí aún se corre a la antigua y se ataca en cualquier ocasión. Hasta cuando pincha el líder, como ocurrió en la última etapa de la Vuelta 2005, en el circuito del parque Nacional de Bogotá, cuando Libardo Niño organizó un ataque traicionero contra Buenahora cuando este pinchó y se quedó sin equipo intentado enlazar; o como cuando se la jugaron a Duarte en la Vuelta 2009, tras su exhibición del día anterior en La Línea.

Lamentablemente ya llegó a Colombia la moda de rebajar la exigencia de las etapas y carreras; con kilometrajes ridículos en muchas ocasiones, de categorías inferiores. Y con pocas dificultades en las etapas, con la clara intención de mantener esa supuesta “emoción”. Esta es la razón por la cual diseñamos nuestras propuestas de recorridos de Vueltas ciclistas, sugiriendo etapas inéditas. Como aficionados-apasionados es la única “arma” de la que disponemos para intentar mejorar las carreras ciclísticas por etapas de Colombia. Nuestro único propósito es mostrar las múltiples posibilidades que ofrecen las carreteras colombianas para poder diseñar fracciones espectaculares, novedosas y muy variadas en cuanto a exigencia. Para demostrar que en nuestro país se pueden realizar recorridos atractivos y completos que no tienen nada que envidiar a las mejores vueltas ciclistas por etapas del mundo.

Las etapas contrarreloj individuales y por equipos son del todo necesarias para que nuestros ciclistas se acostumbren a correrlas a tope. Para que cuando les toque disputarlas en las grandes carreras europeas no desentonen y pierdan minutadas, como era habitual en los tiempos de Lucho Herrera y Fabio Parra; lo que les suponía un lastre de tiempo perdido en la clasificación general que les impedía luchar más a menudo por la victorias en las grandes vueltas por etapas.

Creemos que las cronos de media y larga distancia son necesarias para darle mayor emoción a las carreras. Esta difícil y técnica especialidad posibilita que se remueva la clasificación general y se distancie a los no especialistas. Creemos además que preferentemente deberían ir colocadas antes de las decisivas etapas de montaña. De esta manera los escaladores que pierdan tiempo se verían obligados a mostrarse más ofensivos en las siguientes fracciones, aumentando las posibilidades de ver mayor espectáculo y durante más tiempo en la montaña. Por esto en todas nuestras propuestas ponemos siempre una o dos fracciones en esta modalidad, donde el esfuerzo solitario contra el crono destaca a los corredores más fuertes física y mentalmente.
Queremos hacer énfasis en un punto donde las carreras colombianas están muy por detrás de las grandes vueltas por etapas europeas: el diseño de etapas de montaña con encadenados de puertos. Para entender de que estamos hablando no tenemos más que mirar los perfiles de las etapas reinas de este año en el Giro (Silandro-Tre Cime di Lavaredo, 202km *modificada por la nieve), el Tour (Bourg d’Oisans-Le Grand Bornand, 204.5km) y la Vuelta (Andorra-Peyragudes, 225km), y los kilometrajes de esas etapas, para darnos cuenta de que en Colombia nunca nos ofrecen la posibilidad de presenciar verdaderas Etapas Reinas en nuestras carreteras. 

Nos gustaría que hubiera una mayor variedad en el diseño de las etapas: largas y de gran fondo, cortas y explosivas, de alta montaña con metas en alto o finales tras descenso, de media montaña, de perfil quebrado o rompe-piernas, planas, contrarreloj individuales y por equipos de distinta longitud y perfil, etc. donde se puedan dar diferentes situaciones tácticas y estrategias de equipo que propicien posibles vuelcos en la clasificación general. De esta manera corredores de diferentes características se podrían destacar y exhibir sus cualidades en los terrenos que les son propicios, pasando a defenderse de los ataques de otros corredores en los terrenos que no dominan con suficiencia. Esto haría que las carreras fuesen más movidas, interesantes y atractivas para ese gran público que no sigue el ciclismo con tanta pasión como nosotros. Es lo que históricamente le dio interés y vida al ciclismo. Y el vencedor sería considerado un Campeón que domina todas las facetas del ciclismo en ruta: un ciclista completo física, sicológica, técnica y tácticamente.

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