Armstrong en el Mont Ventoux, en su retorno al Tour en 2009 |
La historia del doping ni siquiera comenzó con Armstrong.
Hay una anécdota famosa narrada por Jacques Anquetil, dominador del Tour en los
sesenta, en que cuenta como con varios compañeros de equipo disolvieron en el
acuario de un restaurante las anfetaminas que ellos utilizaban en carrera: -“La anfetamina también
funciona en los peces, yo te lo puedo decir. A los diez minutos estaban
estrellándose de un lado a otro contra las paredes del acuario”-.
Sin embargo, el doping utilizado en la era Armstrong sí
significó un cambio sustantivo en el desempeño de los ciclistas; y a pesar de
ser utilizado por todos en el pelotón sí pudo haber falseado los resultados de
las carreras. Quizá en estos detalles es donde se encuentre la mayor trampa y
explique la crisis del ciclismo colombiano luego de la época dorada de Herrera
y Parra.
Desde principios de los noventa un nuevo tipo de
sustancia comenzó a popularizarse: el EPO. Como resultado la sangre podía
transportar mucho más oxígeno a los músculos evitando que acumularan lactato.
En palabras simples, se podía ir más rápido por más tiempo sin miedo a que el agotamiento
natural de energías hiciera mella en el organismo de los corredores.
Entre todos suman 11 Tours consecutivos ganados dopados |
Para el ciclismo colombiano el nuevo ambiente de trampa
generalizada fue fatal por dos razones. Por un lado, la morfología liviana de
nuestros corredores y la altura dejaron de ser una ventaja para correr en
Europa. Por otro lado, no existían ni los recursos ni la medicina deportiva
para adaptarse a los cambios. No era una cuestión moral. Positivos abundaron.
Varios ganadores de Vuelta a Colombia fueron despojados del título. Lo
realmente significativo era que la sofisticación de la tecnología del dopaje
requería unos recursos que estaban por fuera del alcance de los patrocinadores
colombianos. Luego del EPO vinieron hormonas de crecimiento, autotransfusiones,
EPO CERA, etc. y el asunto fue aun peor.
La confesión de Armstrong, más que desnudar a un tramposo,
contribuye a desnudar el uso generalizado de la trampa. Con un ciclismo limpio
es probable que volvamos a recuperar la ventaja morfológica de nuestros ciclistas, justo ahora que viene una generación de
corredores tan o más brillante que la generación de los ochenta. Ojala de aquí
a diez años ganemos nuestro primer Tour de Francia. Mi apuesta es Nairo
Quintana.
Interesante articulo, pero si casi todos hiban dopados, porque el comite ciclistico no los descubria y sancionaba ?, era tambien complice ??
ResponderEliminarY así fué! Ganamos con Egan Bernal nuestro primer tour de Francia.
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