O la rueda que gira para regresar
al mismo punto una y otra vez.
Tomarnos las cosas de la vida con un poco de humor nunca está de más.
Por Asier Bilbao
Tomarnos las cosas de la vida con un poco de humor nunca está de más.
Por Asier Bilbao
Gatopardismo: cambiar (por fuera) para que nada
cambie (por dentro). Uno
de los problemas actuales del ciclismo profesional en ruta es su falta de
credibilidad por todos los escándalos a causa del dopaje habidos estas últimas
décadas. Hablamos del mismo deporte donde para justificar positivos y
resultados anómalos los ciclistas y sus entornos salen con justificaciones tan
surrealistas y chistosas como: “Di positivo por cocaína por unos caramelos que
me regaló mi tía de Perú” o “el positivo por clembuterol es por culpa de un
solomillo que me comí el día de descanso... ¡¿dentro del autobús del equipo?!”.
De estas excusas inverosímiles las hay a puñados; aunque ninguna excusa supera
la graciosísima “justificación” de un positivo por cocaína de un tenista
español, que afirmó sin pudor que una chica que había consumido coca “se lo
rumbió” en una fiesta... ¡y que por eso el positivo! Por supuesto respaldado
con su respectivo estudio serio y científico “resultado de una investigación
por parte de un laboratorio independiente” avalando la increíble tesis. Y la
Asociación de Tenistas Profesionales tapó ese positivo aceptando la burda excusa. Hay
que tener muchas ganas de creer para tragarse todos estos cuentos.
Ciclismo
de hace varias décadas: todos dentro del mundillo sabían que las anfetaminas se
usan indiscriminadamente en el lote. Nadie dice nada.
Mont
Ventoux 1967: escándalo en el Tour. Muere Tom Simpson (un muy buen corredor de
la época; ganador de un Mundial de ruta, Milan-Sanremo, Tour de Flandes, Giro
de Lombardía, Paris-Niza, Paris-Tours, Burdeos-Paris, 6º en el Tour 1962, 2
etapas en la Vuelta 1967...) por excederse con las anfetas. Para evitar que
nadie más muera en la carretera se implantan los primeros controles antidopaje.
La gente, aficionados y público en general, seguro pensaba:
-
Ya nadie será tan tonto como para doparse.
Los
periodistas, los organizadores de carreras, los equipos ciclistas... decían:
-
El ciclismo ahora está limpio.
Por
dentro del mundillo ciclista nada cambió. Los ciclistas siguieron con las anfetaminas
y empezaron a utilizar corticoides para soportar el dolor del intenso esfuerzo muscular. Se comenzaron a usar trucos burdos para no dar positivo en los controles, como los
“pipís de mentiras” llenos de orina “limpia”. El juego del gato y el ratón:
-
Tú me quieres atrapar pero yo soy más listo.
Primeros
años 90: todos en el mundillo ciclista saben que la EPO se usa cada vez más
salvajemente en el lote. Por supuesto, dentro del circo nadie dice nada. Ante
las evidencias del uso y abuso in crescendo de la indetectable EPO la UCI
implanta para la temporada 97 los controles sanguíneos, para evitar que algún
ciclista se les muera y salte el escándalo. Pero “dentro” nada cambia. Los
médicos-druidas-gurús enseguida dan con los métodos para no pasarse del 50% de
hematocrito permitido por la UCI. Algún ciclista cae, pero como pasarse del 50%
no se considera dopaje la EPO se sigue usando indiscriminadamente.
Virenque craneando como negar sin pudor las evidencias |
Tour
1998: salta el Escandalazo Festina que pone a
temblar a todo el circo ciclista. Un masajista del Festina es pillado con un
auténtico arsenal de productos dopantes dentro de un carro oficial del equipo.
Persecuciones policiales, detenciones, interrogatorios, equipos enteros
huyendo, consecuencias penales... El Escándalo Festina hace que se cree la
Agencia Mundial Anti-dopaje. La gente, aficionados y público en general,
pensábamos:
-
Después de este escándalo ya nadie será tan bobo como para doparse.
La
UCI, los medios de comunicación, los organizadores de carreras, los equipos
ciclistas... repiten el mantra:
-
El ciclismo es ahora más limpio.
Pero
dentro nada ha cambiado. Los ciclistas siguen con la EPO, hormonas,
corticoides, etc. Los escándalos en el ciclismo continúan: redadas policiales
en Bélgica en la primavera de 1999, expulsión de Pantani del Giro 99, redadas policiales en el Giro 2001...
Año
2001: la EPO ya es detectable en los controles antidopaje. Caen los primeros
ciclistas. Pero los médicos-druidas-gurús enseguida dan con el método para evitar
dar positivo pero sin dejar de aumentar el nivel de glóbulos rojos: las
transfusiones sanguíneas de plasma enriquecido. El viejo juego del gato y el
ratón:
-
Tú me quieres atrapar pero yo soy más rápido.
Y
siguen los escándalos como los cambios de bolsas de sangre entre Hamilton y
Santi Pérez en la Vuelta a España 2004.
Mayo
2006: tremendo escándalo con la Operación Puerto
que hace tambalear los cimientos del ciclismo mundial. Bolsas y más bolsas de
sangre en arcones refrigeradores en apartamentos en Madrid, arsenales de
hormonas y otras muchas sustancias dopantes, grabaciones de video policiales
donde aparecen atletas, ciclistas y otros deportistas entrando y saliendo de
esos mismos apartamentos a altas horas de la madrugada (entre ellos un
reconocido héroe nacional). Persecución policial, detenciones, interrogatorios,
equipos enteros implicados, consecuencias penales... La gente, aficionados y
público en general, inocentes, creíamos:
-
Ahora sí, con toda seguridad ya nadie será tan estúpido como para doparse.
Los equipos comienzan a firmar Códigos Éticos alla donde se lo pidan. La
UCI, los periodistas y medios de comunicación, los organizadores de carreras,
los equipos ciclistas... de nuevo nos repiten el mantra:
-
El ciclismo ahora sí de verdad es más limpio.
Pero
dentro nada cambia. Los ciclistas y equipos siguen con las transfusiones, hormonas,
etc. Pero ahora con más cuidado, con las microdosis para evitar pasarse de la
raya y “hacer pitar la máquina”. A pesar de todo siguen los escándalos como el
positivo de Landis en el Tour 2006 y las confusiones con los cambios de bolsas
de sangre entre Vinokourov y Kashechkin en el Tour 2007. Y siguen las redadas
(Operación Galgo, etc.), las investigaciones (Michele Ferrari -el mejor
de todos, el Dios de los médicos-gurús, el Capo di Capi entre los
“hemodruidas”-, caso Oil for Drugs, Universidad de Friburgo, etc.) y las
autoinculpaciones (equipo Rabobank, Landis, Hamilton, Rasmussen y una larga
lista de etcs).
Se
implanta el Pasaporte Biológico y “se nos vende el nuevo producto” como lo
máximo para detectar a los ciclistas dopados. De nuevo comienza el conocido
juego del gato y el ratón. Los médicos-druidas-gurús deben seguir ganándose la
platica, por lo que seguro deben cranear como pasarse el pasaporte biológico
por la entrepierna. Lo importante es mantener los parámetros fisiológicos
estables y sin grandes sobresaltos todo el año. Pero mejor que estos parámetros
se mantengan altos, al límite de lo permitido o de lo que pueda levantar
sospechas. ¿No les suena? ¿No les parece raro que todos los vueltómanos
punteros estén en forma y destacando desde comienzos de año cuando sus
objetivos principales distan meses en el tiempo?
Verbruggen y Armstrong: negocios e intereses comunes |
Hace
poco: Escándalo Armstrong. Lo que todos en el interior del mundo del ciclismo
sabían y callaban estalla y salta a la luz pública. La UCI, los medios de
comunicación, los organizadores de carreras, los equipos y ciclistas... nos
machacan los tímpanos una y otra vez con el viejo mantra:
-
El ciclismo es ahora más limpio. Solo caen los locos, los pobres y los
chapuceros que se lo montan por su cuenta. Crean en nosotros.
La
gente, aficionados y público en general, nos lo seguimos creyendo:
-
¡Es que después de tanto escándalo ya nadie puede ser tan idiota como para
doparse!
Los equipos siguen firmando sobre papel mojado el enésimo Código Ético. Mientras tanto nos
aprendemos nuevos nombres raros como AICAR y GW-1516,
que según nos dicen aumentan el rendimiento muscular sin tener que entrenar
(¿Que nombres de ciclistas les vienen a la mente así de primeras?). Los
periodistas nos dicen que son sustancias cancerígenas demasiado peligrosas y
que ni un excéntrico loco como Tinkoff o un mafioso sin escrúpulos como
Vinokourov se atreverían a usarlas en sus equipos. ¿Les creemos? Por supuesto.
¿Los "nuevos mejores amigos"? |
Y la UCI, los periodistas, los organizadores de carreras, los equipos y ciclistas vuelven a ser cansones y nos repiten una y otra vez el gastado mantra:
-
El ciclismo ahora sí se limpió definitivamente. De verdad-de verdad. Los
positivos son solo unos casos aislados. Por favor se lo rogamos: crean (una vez
más) en nosotros.
¿Y
mientras tanto que ocurre “dentro”? ¿Habrá cambiado realmente algo? ¿Habrán
aprendido realmente? ¿Cuánto tiempo seguiremos los inocentes aficionados y
público en general creyéndoles a ciegas? ¿Hay menos casos de positivos porque
se dopan menos o porque se tapan más? ¿El problema para el negocio es el dopaje
o el problema es que se haga público?
-
¡Es que ya es imposible que nadie pueda ser tan imbécil como para doparse!
-
¿Estás seguro?
Creo que hay que avanzar en este tema y las agencias reguladoras deberían clasificar a los deportistas en vez de sancionarlos: los que utilizan sustancias dopantes y los que no, y tal clasificación debería ser de conocimiento público que sirva de requisito para ciertas competencias: unas que permitan deportistas dopados y otras de ciclismo limpio.
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